Social Shopping: Cuando los intereses de personas desconocidas coinciden durante 3 segundos

Social Shopping: Cuando los intereses de personas desconocidas coinciden durante 3 segundos

  • daxi Mart

Mucha gente piensa que una persona influyente (influencer) es la que arranca el proceso de compra o consumo, pero no es así exactamente. Es algo más que eso…

Social Shopping es un modelo de compra y consumo muy extendido entre la gente joven y la no tan joven.
Se trata de una decisión colectiva que de forma espontánea se traduce en la adquisición de productos y servicios a unos precios muy ajustados.

Esta actividad no es únicamente una compra en común para conseguir precios más reducidos, sino que en realidad, el Social Shopping lo que comparte es la información sobre la existencia de un producto o servicio, su utilidad y la forma de acceder a él.

Después de comprobar sus ventajas, los miembros de un colectivo se transmiten opiniones y reseñas a través de las redes… buenas o malas. De ahí, que se active la compra o bien, ésta se desestime por todo el colectivo. Actualmente tenemos ejemplos con diversas variaciones como es el caso de Netflix o Amazon.

Dicho colectivo de usuarios está compuesto por personas que no se conocen, pero que se han hecho una idea de cómo son los demás integrantes, ya que las redes sociales crean unos vínculos emocionales que no requieren aspectos tangibles. Uno se fía o no se fía… y esa confianza se transmite entre los individuos desconocidos a través de un canal espontáneo. Se trata de una exposición de escasos segundos pero de una intensidad enorme.

Mucha gente piensa que una persona influyente (influencer) es la que arranca el proceso de compra o consumo, pero no es así exactamente. Es algo más que eso…

Tengamos en cuenta que la gente de ese colectivo o comunidad no permanece de forma estática. Digamos que sus miembros no obedecen a un patrón o estilo concreto en la forma de vestir o consumir. Su dinamismo hace que sus intereses y necesidades se vayan alineando exclusivamente para una ocasión concreta, pudiendo ser opuestos en otros casos.

Todo este constante movimiento está obligando a las empresas a replantear sus mensajes publicitarios, pasando de “embaucar” a decir la verdad. Por ello, las propuestas deben ser claras, concretas y fiables. Si un individuo desconfía y transmite dicha desconfianza a la comunidad, el producto está muerto.

Lo más llamativo es que este comportamiento colectivo lo ejercen personas muy diferentes pero que se unen espontánea y fugazmente para evaluar y opinar sobre dicho producto.

Por ello, estos colectivos dinámicos y cambiantes realizan la compra de forma estrictamente puntual y ventajosa para segundos más tarde dispersarse en las redes sociales para formar nuevos grupos igualmente espontáneos.

Estamos en una etapa en la que el consumidor hace lo que quiere y empieza a huir del típico “si compro 3 latas, pago 2” por la sencilla razón de que solo necesita una lata.

Hasta ahora, los expertos en marketing nos habían convencido de que éramos todos iguales. Actualmente, sabemos que todos somos diferentes.

Por ello, el Social Shopping no viene a destruir los conceptos divulgados por Kapferer o Veblen que hacen referencia a las “marcas paraguas” y a la “herencia cualitativa de las marcas”, sino más bien a darles una aceleración tal que las corporaciones no pueden ni deben “dormirse en los laureles”, asumiendo que el ritmo del consumidor es vertiginoso a la vez escasamente sincronizado.

El actual usuario de Social Shopping no quiere ser un simple espectador. Lo cierto es que el verdadero problema no está “la Red” sino en la escasa adaptación de las empresas a su existencia. Es como un juego… Mejor dicho, un reto o un desafío. Tiene su morbo.

 

Mundiario con

Elías Azulay
Investigador ADNe Solutions. AI/Tech/Science/RPAs.

Premio 2018 por Alerta Temprana del Alzheimer. Académico de la Academia Europea de Economía y Management.

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